miércoles, 16 de febrero de 2011

Dos Criterios bajo un mismo techo

Publicado en www.aaaaarte.com

Eva Armisén, artista visual oriunda de Zaragoza (1969) expone del 16 al 20 de febrero en la feria Art Madrid, en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo. Recientemente pudimos ver su obra en la Galería Arana Poveda, también en la capital, bajo el título “Una cabeza sembrada”.


Ilustradora prolífica en el uso de medios artístico-publicitarios,  reciente coautora del libro infantil ¿Qué me está pasando?, ha expuesto en algunos países como España, Portugal, Estados Unidos y Corea. Asimismo, ha fluctuado por varios registros de la moda subcultural del merchandising artístico, como publicitaria de coca-cola y diseñadora de productos para el hogar. En cualquiera de sus vertientes, su dominio productivo se orienta hacia el diseño creativo donde prevalece la cualidad estética como solución al problema de la forma y la imagen se instrumentaliza como fuerza motivadora de satisfacción. Con economía de medios, su patrón fijo de figuras-maniquíes de llamativa apariencia visual responde a un verdadero ejercicio estilístico de entretenimiento; una propuesta clara hacia un mundo fascinante de ilusiones y sueños donde el espectador queda atrapado por el placer cromático y el despliegue de inocencia, donde no hay lugar a segundas lecturas o significados ocultos. La disposición fotográfica y el sentido narrativo de la vida cotidiana de la protagonista femenina, con énfasis en los mensajes escritos, comentarios evaluativos asociados a su estado de ánimo, parece ilustrar un cuento inacabado que en lugar de paginado, está en-cuadrado. Su diseño esquemático de rostros aniñados, evoca la candidez propia del dibujo infantil en el empleo de un código visual recurrente como solución operativa a la representación de ideas. Parece posible que en esta mezcla de estructura y estilo distintivo, la autora quiera personalizar su imagen a través de un esquema referencial aprendido y perfeccionado con el que comunicarse de forma clara y efectiva. Como contrapartida, la no superación- intencionada o no- de constancias visuales, tiene en su defecto, el advenimiento a un esquema convencional, elemento de contraprestación que, en consecuencia, parece estar más en consonancia con el reconocimiento automático y la condescendencia comercial que con la experimentación y el riesgo. A pesar de la distancia y el formato, en cuanto serie, la obra de Eva Armisén guarda semejanza con los álbumes infantiles de cromos ilustrados de gran éxito en los años ochenta como “Días Felices” o “Sarah Kay” cuya fórmula de continuidad se sostenía por las pequeñas variaciones introducidas al esquema estable del diseño y al coleccionismo por entregas: juego de difusión y reproducción comercial que ya no es dominio exclusivo de la ilustración publicitaria sino extensible a otros medios del arte. No obstante, no se trata aquí de restar méritos a la artista por encontrar ganchos que provoquen la simpatía de un público, sino de observar cuando éstos, por su repetición, están orientados a ser productos seriados de profusión comercial donde el lenguaje utilizado como mecanismo de identificación, está en aras de convertir a la autora en una marca de consumo o señalética publicitaria. Como conclusión a este fenómeno, sólo añadir que la llamada conducta unidimensional (Herbert Marcuse) que “integra en sí toda auténtica oposición y absorbe en su seno cualquier alternativa”, como filosofía positivista que traduce lo negativo en positivo, se hace evidente cuando en los modos de institucionalización del arte, el artista sustituye su rol por el de publicista o dinamizador cultural como nuevas formas de adoctrinamiento de los logros del progreso.